Volver

OPINIÓN

Alejandro San Francisco: Transformaciones y continuidades

En las elecciones parlamentarias de marzo de 1973 se enfrentaron dos grandes coaliciones: la Unidad Popular y la Confederación Democrática (CODE), esta última integrada por la Democracia Cristiana, el Partido Nacional, así como otras fuerzas menores: la Democracia Radical y el PIR. La nueva confluencia electoral entre la DC y el PN se vio facilitada por la profunda división marxismo-antimarxismo que existía en el país, lo que permitió relativizar en alguna medida las diferencias internas que podían existir entre ambos partidos. El contexto de fondo era la pérdida de confianza en el régimen democrático y el peligro denunciado repetidamente de una posible guerra civil o golpe de Estado.

En la izquierda había grupos más 'ultras', entre los que destacaban el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el Partido Socialista y un grupo del MAPU. Otra vertiente permanecía más cercana a la vía allendista, incluyendo al Partido Comunista, otro sector del MAPU y los radicales. Tras el 11 de septiembre de 1973, el sistema de partidos sufrió una gran 'explosión'; un grupo muy relevante de la izquierda partió al exilio y otros resultaron muertos. Aunque hubo fuerzas políticas que continuaron sus acciones, ya sea en el extranjero o en la clandestinidad, oficialmente entraron en un largo receso.
Un nuevo mapa político emergió tras la apertura de 1983. El cambio más gravitante que se produjo en la izquierda fue la ruptura histórica de la unidad PS-PC, vigente desde el FRAP (1956). En esa unidad, el Presidente Salvador Allende había cifrado el éxito de la revolución. Sin embargo, los socialistas optaron por una nueva y exitosa fórmula, junto con la Democracia Cristiana, primero llamada Alianza Democrática (1983) y luego Concertación de Partidos por la Democracia, que llegó a tener 17 partidos, muchos de ellos pequeños y sin representación relevante.

El centenario Partido Radical y el Partido por la Democracia, de carácter instrumental en un comienzo, serían relevantes en este proyecto, que llegaría a tener cuatro gobiernos consecutivos entre 1990 y 2010: Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. El Partido Comunista, por su parte, siguió un camino propio, aislado de las otras fuerzas opositoras al régimen militar, experimentando además una radicalización tras aprobar 'todas las formas de lucha' contra la dictadura, con un énfasis en la rebelión popular de masas. En la práctica, optaron por la vía armada, con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, cuyas actividades subversivas y terroristas se extendieron incluso tras el regreso a la democracia en 1990.
Una nueva derecha emergió también renovada con la apertura de 1983. Ese año surgieron organizaciones como la Unión Demócrata Independiente y el Movimiento de Unión Nacional, a los que se sumaría el Frente Nacional del Trabajo dos años después. Estas tres fuerzas confluyeron para dar vida a Renovación Nacional. En paralelo continuaban vigentes grupos nacionalistas como Avanzada Nacional. La mayor transformación, me parece, fue la irrupción de una derecha más fuerte (en 1973 el PN había logrado solo el 21% de los votos) y el carácter bipolar de la política, de acuerdo a la lógica Pinochet-anti Pinochet o del Sí y el No. Es decir, dos grandes bloques en vez de tres tercios, dentro de lo cual la centroderecha tendría un apoyo más o menos similar al que obtuvo Pinochet en el plebiscito de 1988 (44%).

Las reformas constitucionales de 1989 mostraron un paradigma del nuevo Chile, caracterizado por la búsqueda de consensos, contrastante con las divisiones del pasado. A su vez, los gobiernos de la Concertación se distinguieron de la antigua izquierda por la naturaleza de su adhesión a la democracia política y la aceptación del sistema económico de libre mercado, si bien promoviendo reformas desde La Moneda. Más a la izquierda, el PC no logró cosechar éxitos tras el retorno a la democracia y se mantuvo como una fuerza 'extraparlamentaria' durante décadas, dentro de un sistema electoral que favorecía la conformación de dos grandes bloques. La Concertación se mantuvo como primera fuerza electoral, si bien en 2001 la UDI se transformó en el partido mayoritario de Chile, condición que había ostentado el PDC desde 1963.

Desde 2010, distintos factores incidieron en el cambio del escenario político chileno. Estos incluyen la llegada de la centroderecha al gobierno, el desgaste de la Concertación y las movilizaciones de 2011, todo lo cual generó una ruptura y también permitió una renovación partidista decisiva. En 2014 accedió al gobierno la Nueva Mayoría, que incluía a partidos de la Concertación con el Partido Comunista. Más ilustrativo aún, en la segunda vuelta de 2021, se enfrentaron el líder del Frente Amplio, Gabriel Boric, y el del Partido Republicano, José Antonio Kast. Ambos conglomerados son relativamente nuevos: el primero nació en 2017 y el segundo surgió dos años después, si bien previamente habían tenido presencia pública y electoral en diversas formas.

Paralelamente, la revolución de octubre y el llamado a una nueva Constitución también tuvieron un gran impacto en la escena política, en parte para conducir a los frenteamplistas a La Moneda —en un pacto con el Partido Comunista, gobierno al que se sumaría el Socialismo Democrático— y la instalación de nuevas y efímeras representaciones políticas, como la Lista del Pueblo en la Convención Constituyente. Como contrapartida, el Partido Republicano experimentó un crecimiento notable y se convirtió con distancia en el mayoritario de Chile en la elección para el Consejo Constituyente del 7 de mayo de 2023.


Alejandro San Francisco, Director de Formación del Instituto Res Publica.